Mi cuidadora

¡Hola! ¿ Cómo estáis? Yo regular.

Ayer hizo un mes que nuestra gata Piruleta nos dejó. Se merece una entrada en este blog porque aparte de muchas más cosas, fue mi cuidadora dedicada durante estos siete largos años que llevo enferma.

Ya cuando empezó todo se me acurrucaba en la cama y no se separaba de mi porque estaba muy mal. El simple hecho de notar su cuerpecito caliente me daba consuelo y seguridad. Seguridad porque ahí estaba ella para luchar contra los monstruos y gigantes que quisieran hacerme daño. ¡Pues menuda era! Me daban envidia sus andares de "gata dura", la forma en la que se regulaba ( se hacía la dueña de los mejores sitios y se lavaba aunque no le hiciera falta porque era muy limpia) la forma en la que se hacía respetar y la filosofía de vida que tenía.

La adoptamos en un refugio y sus primeros años sufrió bastante. ¡Cuánta hambre pasaría que mientras hubiera comida y un sitio mullidito, lo demás le daba igual! Si le regañábamos por algo se iba a su pienso a comer....

Durante once años que ha estado con nosotros siempre, siempre, siempre que estaba mal acudía a mi cama o a donde estuviese desesperada. Se subía encima de mi y me ronroneaba, con un ronroneo tan profundo que expresaba todo lo que no me podía decir con palabras. Otras veces se tumbaba a la altura de mi cabeza, yo la abrazaba y ella ronroneaba y quedábamos dormidas las dos juntas y felices porque nos teníamos.
Se alegraba de verme cuando llegaba a casa y corría a saludarme.

La echo muchísimo de menos. Tenemos otros dos gatos (Picatostes y Pirindola) si, somos la familia de los Pi :) Picatostes me consuela si me ve llorar y Pirindola es un trasto porque es muy joven y me entretienen sus ocurrencias. Los tres nos hacen (bueno Piruleta ya no) mucho de reir.

Y cuando estaba Piru (así la llamábamos) ¡cuántas carcajadas, risas y sonrisas nos ha sacado!. Nos ha hecho muy, muy felices, mucho. 
Cuando yo estaba algo mejor jugábamos al escondite y con su pelotilla rosa. Era muy lista. Una vez se quedó encerrada en el baño y fabricó su propia arena para hacer sus cositas con trocitos de papel higiénico.

Nos ha dado una gran lección de valentía, fortaleza, amor...hasta el último día ha jugado y ha mantenido todas las costumbres suyas y de la casa, a pesar que estaba por dentro destrozada con un cáncer muy extendido...nos alarmó el que ya no comía.

El  amor, consuelo y alegría que son las mejores medicinas que se le pueden dar a un enferm@ las he tenido con ella.

Gracias, Piru por querernos tanto, por defenderme de mis fantasmas, por reír tantísimo contigo y por tu poesía. Me siento muy sola sin ti....

Espero que desde el cielo junto con Bicho (otro gato maravilloso que formó parte de nuestras vidas al que también cuidó Piruleta cuando estuvo muy enfermo) nos sigas iluminando con tus grandes ojos. Nos volveremos a ver y nos tumbaremos las dos juntas de nuevo celebrando que hemos comido bien (  ya en el cielo espero que yo no pueda engordar porque aquí abajo ya sabes que ni eso me dejan)

Te queremos toda la manada y tranquila nadie se ha hecho con tu sitio. Es imposible.

Te amo, Piru.

Dedicado a tod@s l@s mascotas que cuidan, dan amor y alegría sin pedir nada a cambio.

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